Posiblemente éste es el abeto que a todos los europeos nos viene en mente al pensar en este género. Es el abeto común europeo que se extiende por el sur, centro y parte del oeste de Europa. También es el árbol que ha dado nombre al género, pues Abies es el nombre clásico latino del abeto. El epítetro alba alude al color claro (blanco, plateado) de su corteza.

Es el típico "árbol de Navidad", aunque se utilicen habitualmente otras especies del género más comerciales. En la mitología Grecia el abeto es el "árbol del nacimiento", usando una rama de abeto encendida para purificar a la madre y al recién nacido. Su madera se utiliza en carpintería y construcción, también para la fabricación de esquís e instrumentos de cuerda. De él se extraía también la apreciada lacryma abietis (trementina). El humanista del siglo XVI Andrés Laguna dice de él "Mas el abeto produce aquel excelente líquido incógnito a los antiguos, comúnmente llamado óleo de abeto, el cual se coge rompiendo ciertas vexiguillas que se hinchan entre corteza y corteza de dicho abeto, en las cuales milagrosamente se engendra. Es muy claro, puro, transparente, oloroso y amargo y tiene la virtud de soldar heridas frescas, y de encorar las llagas. Tomado por la boca resuelve toda ventosidad, vale contra dolores de yjada, purga las arenas de los riñones y mitiga los dolores de las junturas y de los nervios".

Es un árbol típicamente de montaña, prefiriendo suélos fértiles y húmedos, y aunque soporta el frío, no así las heladas tardías ni la polución. Pese a ello se ve con cierta frecuencia en parques y jardines y se han desarrollado cultivares ornamentales: 'Aurea', 'Columnaris', 'Pendula', etc.