Originario del sudeste de Europa y Asia Menor, de las costas del Caspio, Mar Negro y región de los Balcanes fundamentalmente, este frutal pertenece al género Mespilus, nombre latino del fruto, que bien conocieron los romanos; por ejemplo Estrabón alude a él en su obra Geographica. El epíteto específico germanica hace alusión, curiosamente, a un origen o a su presencia en tierras teutonas donde, sin embargo, es bastante rara.

Es importante no confundirlo con el níspero japonés -Eriobotrya japonica-, especie introducida en España en el XVIII por marinos mercantes, que aunque es otra rosácea, solo tomó este nombre por el parecido de sus frutos con el europeo, y que es el fruto que habitualmente encontraremos en los mercados, además de ser hoy el más cultivado. También hay países en Sudamérica donde níspero hace alusión a otro frutal, el chicle o chicozapote -Manilkara zapota- que nada tiene que ver con los dos anteriores.

Es un árbol de escaso porte, espinoso en algunas ocasiones especialmente en ejemplares silvestres, y su fruto, llamado también "níspola", es un pomo de poco interés comercial hoy en día por su pequeño tamaño y sabor agridulce que puede resultar indigesto si no está bien maduro, aunque se mantiene en algunas zonas en especial para elaborar jaleas. Sin embargo, en época romana y Edad Media, cuando no incluso en la antigua Grecia, sí llegó a contar con bastante predicamento en huertos y campos del Mediterráneo, lo que explica su actual distribución.